Como estrategia para limitar la libertad de expresión y de prensa, el alcalde autista de Ibagué, ha dispuesto grandes sumas de dinero de los contribuyentes para acallar la oposición y las críticas objetivas de su pésima administración, a través de una diplomacia meliflua y babosa en los medios de comunicación, en aplicación fiel de los gobiernos de facto que vulneran la Constitución.
Hay que recordarle a Chucho y sus amanuenses lo dicho por Séneca: “el que teme demasiado a la crítica ajena, no es apto para gobernar”. Lo mejor que le puede suceder a un mandatario, es contar con quienes le hablen de sus faltas, le recuerden las promesas de campaña y le hagan ver la verdad, sin ocultamientos que sólo conllevan a su desprestigio. Se le olvida que la crítica es el conjunto de juicios que responden al análisis de algo, que ésta es parte de la lógica que estudia los razonamientos de verdad, y que el buen columnista es antorcha que ilumina, jamás tea que alaba.
Quienes defendemos la moralidad de la desvergonzada desviación de recursos a los bolsillos de funcionarios, nos hemos visto abocados a renunciar a columnas de opinión desde donde en cumplimiento de deberes superiores, denunciábamos el robo descarado de que estamos siendo objeto, lo cual nos obliga como ciudadanos de bien a variar fundamentalmente la estrategia.
No existen antecedentes en la historia de Ibagué, de lo que está sucediendo. Y cuando ello es así, se convierte en hecho notorio que no requiere demostración, basta ver donde vivían y en donde viven quienes nos dicen dirigir, en que carros andaban y los que ahora regalan.
¡No hay derecho, nos roban en la cara y nadie dice nada! Pero no podrán silenciar a quienes tenemos la razón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario