21 ago 2010

Los nuevos semáforos

Los semáforos son dispositivos de señalización que regulan, mejorando, (no empeorando como aquí sucede con los nuevos semáforos ubicados), la circulación de vehículos, bicicletas y peatones en vías, asignando el derecho de prelación. Por lo tanto, es de vital importancia que su selección y regulación sea precedido de un estudio exhaustivo del sitio y de las condiciones del tránsito, el cual no existe en Ibagué.

Aquí ya nos impusieron el pico y placa, ahora sin estudio alguno el día sin carro, que por su naturaleza son figuras  chocantes, facilistas, inútiles, inconducentes e inadecuadas.

Ibagué sin calles por su conformación morfológica, no puede copiar medidas de otras ciudades, y sin embargo se hace con un facilismo, que atrasa la urbe. La permanente congestión de las calles, que hoy existe por culpa del alcalde autista,  disminuye el índice de calidad de vida.

Para mejorar la movilidad se requieren mejores vías, la aplicación de las normas de tránsito   y mucho sentido común. Programar mejor los trabajos en las calles,  recoger la basura durante la noche, no permitir que las calles sean utilizadas como parqueaderos, poner en cintura a los constructores y empresas estatales que tapan a su antojo  las vías adyacentes a las obras, hacer cumplir los horarios a las empresas de carga. Para mejorar la movilidad hay que sincronizar los semáforos y regular sus tiempos.

Hay medidas, como los cambios de horarios en dependencias públicas, horarios escalonados en instituciones educativas y el establecimiento de la jornada continua, que, además, actuaría como un seguro reactivador de la economía y del desarrollo humano, porque concede a los trabajadores más tiempo libre para dedicar a la familia o a la recreación, lo que de paso estimula el consumo. 

Lo primero que debe hacerse para lograr la libre y ágil movilización en la ciudad es aplicar las normas de tránsito, lo cual en Ibagué no existe. No es con nuevos semáforos como se soluciona el problema de movilidad en Ibagué.

Y mientras tengamos un alcalde terco e ignorante, con intereses en comprar nuevos semáforos, nos llenaremos de ellos.

El silencio de los inocentes

Como estrategia para limitar la libertad de expresión y de prensa, el alcalde autista de Ibagué, ha dispuesto grandes sumas de dinero de los contribuyentes para acallar la oposición y las críticas objetivas de su pésima administración, a través de una diplomacia meliflua y babosa en los medios de comunicación, en aplicación fiel de los gobiernos de facto que vulneran la Constitución.
Hay que recordarle a Chucho y sus amanuenses lo dicho por Séneca: “el que teme demasiado a la crítica ajena, no es apto para gobernar”.  Lo mejor que le puede suceder a un mandatario, es contar con quienes le hablen de sus faltas, le recuerden las promesas de campaña y le hagan ver la verdad, sin ocultamientos que sólo conllevan a su desprestigio. Se le olvida que la crítica es el conjunto de juicios que responden al análisis de algo, que ésta es parte de la lógica que estudia los razonamientos de verdad, y que el buen columnista es antorcha que ilumina, jamás tea que alaba.
Quienes defendemos la moralidad de la desvergonzada desviación de recursos a los bolsillos de funcionarios, nos hemos visto abocados a renunciar a columnas de opinión desde donde en cumplimiento de deberes superiores, denunciábamos el robo descarado  de que estamos siendo objeto, lo cual nos obliga como ciudadanos de bien a variar  fundamentalmente la estrategia.
No existen antecedentes en la historia de Ibagué, de lo que está sucediendo. Y cuando ello es así, se convierte en hecho notorio que no requiere demostración, basta ver donde vivían y en donde viven quienes nos dicen dirigir, en que carros andaban y los que ahora regalan.
¡No hay derecho, nos roban en la cara y nadie dice nada!  Pero no podrán silenciar a quienes tenemos la razón. 

11 ago 2010

El derecho a demandar

La Corte Constitucional ha sostenido que el acceso a la justicia es fundamental, pues forma parte del núcleo esencial del derecho al debido proceso. Se trata de una disposición ius cogens protegida por la normatividad internacional. De acuerdo a la jurisprudencia establecida por la Corte Interamericana y la Convención Americana sobre derechos Humanos, la aplicación de esa garantía, no sólo es exigible a nivel de las diferentes instancias que integran el poder judicial, sino que debe ser respetada por las naciones que aplican un estado de derecho.
Toda persona puede acceder a los órganos jurisdiccionales, cada vez que un interés suyo se vea afectado por la conducta de otra persona, pública o privada, dándole al Estado el monopolio de la administración de justicia.
Por ello me causó extrañeza que el Dr. Bocanegra, abogado y parlamentario, en una meliflua y babosa intervención en pro de sus propios intereses políticos, atacara a un aspirante a la Gobernación del Tolima, por haber demandado, al ser retirado abrupta e ilegalmente de un cargo público hace más de 8 años, donde la justicia le dio la razón y condenó al Estado a nivel nacional – no regional – por haber obrado infringiendo la ley, tratando además infamemente, de compararlo con la criticada actuación de Ingrid Betancourt.
Ingrid fue culpable determinante de su secuestro. Quien la rescató fue el Estado Colombiano, y si bien tenía pleno derecho a demandar, se consideró su actuar oportunista, irreverente, de ingratitud, lo cual no se da en el caso del candidato Luis Carlos Delgado, a quien pretenden absurdamente descalificar, por hacer cumplir las normas, defenderse del oprobio y ejercer sus derechos.
¡Qué mal ejemplo de un abogado y padre de la patria, que juró cumplir la Constitución y la ley! ¿En qué país estamos?