Por GERMÁN BARBERI PERDOMO
Realmente no sé si estoy sufriendo del “Alemán”, pero en mi vida, que recuerde, no había visto tanta corrupción en mi patria ni en el terruño. Hay sólo dos explicaciones: O no existía, o simplemente no era descubierta por la autoridad.
La primera disquisición, me parece baladí, porque si bien no estoy de acuerdo con la desafortunada frase de uno de los Nule de que la corrupción es inherente al ser humano, sí debo decir que ha sido una constante en la propia historia de la humanidad, sin que ello sea excusa para permitirla o cohonestarla.
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lord Acton |
“El poder tiende a Corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente". La sentencia pertenece a lord Acton, y no deja espacio para la duda: “desde que existe el poder existe la corrupción”. Fatalmente, están ligados entre sí. Esta peste, de la que hoy tanto se habla, es casi tan vieja como el hombre; tuvo que haber aparecido unos días después de que nuestros primitivos abuelos abandonaran eI sistema de hordas para constituirse en tribus”.


Podríamos seguir con Roma en donde la pequeña aldea que fundara Rómulo en el 753 antes de Cristo se convirtió tres siglos más tarde en el mayor centro de poder que tuvo la Tierra. Por entonces su grado de corrupción era tan grande que, según señala Paul Veyne en "El Imperio Romano": "No había función pública que no fuese un robo organizado mediante el cual los que ejercían el mando esquilmaban a sus subordinados y todos juntos explotaban a los administrados (...)” El propio cargo de emperador llegó a comprarse por dinero, ése fue el punto más alto de la corrupción; después vendría la inevitable decadencia. Los más encumbrados héroes de la Roma Imperial -desde Escipión, "el africano" hasta el propio Julio César- se vieron complicados en actos corruptos.
Como queda claro, la corrupción no es nueva ni los métodos para lograr esquilmar los dineros del Estado, que son de todos… y no por ello debemos desfallecer, al contrario, hay que buscar los medios para aniquilar esa maldición.
Y es corrupción no sólo adjudicar contratos a dedo, o los llamados chaleco, tan de moda en nuestra tierra con los carruseles de contratistas que se hicieron durante 4 años con la Gestora Urbana; cobrar coimas como es una constante en Ibagué, (de frente sin ruborizarse); expresar que se llega a un cargo para salir de pobre, (como lo dijera ciertas yerbas en Ibagué); adquirir implementos que para nada sirven cuando se trataba de posible solución para el agua vital de los ibaguereños; negar progreso a una ciudad que tanto lo necesita en solución de transporte masivo, porque el ofrecimiento no conllevaba regalías personales; cobrar por traslados de maestros; tener nóminas paralelas innecesarias; adquirir propiedades a nombres de terceros; construir clínicas privadas en otras ciudades con dineros mal habidos; negociar por valores mayores y mermar así, por unos pesos hurtados, la comida que se ofrece a niños, y podría seguir porque la lista es casi infinita…
Y lo dijo el Procurador ayer: “existe una privatización de la concepción de lo público y al respecto afirmó: “ese es el paradigma sobre el cual el funcionario se sirve de su función y no ejerce su función para servir al interés general, al bien común”.
Señaló que en los actos de corrupción se evidencian tres actores: el funcionario, el particular y la sociedad civil, que sufre las consecuencias de esos actos de corrupción: “Con las altas cuotas de corrupción, menos hospitales, menos carreteras, menos servicios públicos”.
Respecto del papel de los organismos de control, reiteró que se deben escoger los casos paradigmáticos de corrupción, de acuerdo con sus consecuencias sociales, jurídicas, económicas, respetando el debido proceso y el derecho a la defensa, pero dando una respuesta oportuna a la sociedad civil.
“Si hay algo catastrófico en una sociedad, es percibir que la corrupción se hizo crónica, es decir, que es imposible combatirla eficazmente. Y para reconstruir esa credibilidad perdida, se requiere dar resultados frente a casos paradigmáticos de corrupción”.
Quienes denunciamos el hurto de que estamos siendo objeto en Ibagué, somos estigmatizados, se nos busca algo, para intentar - sin lograrlo - acallarnos, cuando los hampones obtienen con el poder del dinero oficial comprar algunos medios de comunicación, que sólo hablan de las quimeras, pero jamás dan a conocer a la opinión, lo que realmente está sucediendo, siendo ello una muestra además de corrupción, de la pobreza del periodismo que aquí, con excepciones se ejerce. Y no me refiero sólo a algunos noticieros en la radio, sino al infame disque “diario de los tolimenses”, pasquín de medio pelo, de odios compulsivos fruto de la esquizofrenia de su director, que no hace mella por su escasísima circulación.
Por ello mi pregunta del inicio: ¿Cuándo LLEGARAN A IBAGUE LOS ORGANOS DE CONTROL QUE EXISTEN EN BOGOTA Y EN EL RESTO DEL PAIS???? PORQUE AQUÍ SIMPLEMENTE NO EXISTEN.
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