La necesidad de un periodismo serio y responsable
En un mensaje con ocasión de la entrega del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar, el Presidente Juan Manuel Santos destacó la labor que realizan todos los días los comunicadores del país.
“La prensa colombiana también es un admirable ejemplo de rigor e ímpetu”, señaló el Jefe de Estado, en un diáfano desconocimiento de la realidad de la provincia.
Pero agregó con razón:
“Siempre he asociado el perfil del periodista colombiano con la definición que hizo el maestro Ryszard Kapuscinski:
“Para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias”. (Cualquier parecido con la realidad regional…es pura coincidencia)
En las sociedades del siglo XXI, cada vez más ricas y entregadas al consumo y a la recreación, es fácil olvidar hasta qué punto el ordenamiento democrático que vivimos depende de unas premisas básicas y elementales. Son tan recientes, cuando se miran como parte de una historia del hombre que lleva varios millones de años, son tan endebles, que es fácil ignorarlas y dejarlas de lado, o considerarlas por fuera de toda discusión, como parte de la esencia del hombre, de la naturaleza humana.
Pero es igualmente cierto que el derecho de los ciudadanos a recibir una información que cumpla con los requisitos de una sociedad democrática, cierta, completa, veraz, imparcial, no se cumple en tierras como la nuestra, y que la calidad profesional y ética de los medios de comunicación es desigual. La tendencia a cohonestar a veces con la complicidad interesada de las víctimas, la vida privada en tema central de la información es perturbadora, más aún cuando es tergiversada adrede, para mancillar con rabia honores ajenos, por odios enfermizos.
El desplazamiento de la información relevante para el orden democrático por una información frívola y sin peso, que ocupa cada vez más espacio, y que da el carácter a las noticias, es inquietante En términos globales, la calidad misma de la información, el cuidado de los datos, la capacidad para verificar las remisiones de las oficinas públicas, es muy variable. Factores empresariales, condiciones de trabajo de los periodistas, búsqueda de determinados públicos, atención a problemas de mercado, sesgos gremiales, compra de conciencias por pautas, calidad profesional, y muchos otros factores influyen en esto.
Y es crítica la situación a nivel local, pues escuchar algunos mal llamados noticieros no es más que palpar la compra de conciencias por el dinero, que al igual que en cualquier caso, es corrupción tan o más grave como cuando esquilman los dineros públicos, que están sagradamente destinados a satisfacer las necesidades básica de toda una comunidad.
Y qué decir del mal llamado diario de los ibaguereños, donde jamás registran la realidad, salvo que sea del agrado del director-gerente, quien ostenta como en los gobiernos de facto, todas las dignidades y es quien decide cuál honra ajena se vulnera día a día, con una ausencia total de seriedad, profesionalismo y ética, llegándose al oprobioso sistema de parapetarse tras seudónimos, como cobardes innatos, para mancillarlas, sin pasión.
¿Y hasta cuándo los tolimenses e ibaguereños deberemos soportar ese karma, que ha llegado al extremo de intimidar la magnitud de la justicia, pues nada les pasa, frente a denuncias justas?
La copa se rebosa y no hay mal que dure toda la vida…ni cuerpo que lo resista.
Y por ello vemos con inusitado optimismo, los esfuerzos de un ibaguereño raizal como Fernando Herrán, con su periódico virtual y cómo un grupo de empresarios, gremios, profesionales y gentes del común, pretenden llenar ese vacío, que nos dejó la supresión sin previo aviso de los magnates Españoles, primero del diario Tolima 7 días, después del semanario y por último de la escasa separata, sin que nuestras autoridades se hubiesen siquiera dados por enterados, y está a punto de cristalizarse una idea, la cual de llegar a ser cierta, llenará esos vacíos de información y enviarán al ostracismo esas posiciones de seudoperiodistas esquizofrénicos que tanto daño hacen a una región que no sólo necesita de mejores dirigentes, sino de una prensa imparcial, veraz, ágil y por sobre todo responsable. Ojalá por fin sea una pronta realidad.
Estos son los hechos, las noticias, divulgadas por la “gran prensa”, siempre y cuando los mismos contribuyan a elevar los anuncios y el costo de los mismos por aquello de los colores y la posición en páginas impares.
Y digo mayoritariamente porque siempre existen casos en los que algunos medios o periodistas pueden distorsionar la realidad o informarla sesgada por sus propios intereses. Estas situaciones sólo se corregirán por la autocrítica de sus propios autores o la crítica constructiva de sus colegas.
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